En Almonte se vive una doble realidad: una es la que sentimos en la calle, y otra la que se difunde desde el poder municipal como si fuera incuestionable.
Mientras las familias soportan una presión fiscal cada vez mayor, desde el Ayuntamiento se insiste en una supuesta “buena gestión” y en el discurso del "todo va bien". Pero ¿de verdad va bien para todo el mundo?
🎭 Una imagen diseñada
Desde el consistorio se proyecta una imagen de modernización, eficacia y progreso. Redes institucionales llenas de fotos, vídeos promocionales, frases triunfalistas y eventos con cobertura.
Sin embargo, muchos vecinos perciben otra cosa:
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Falta de transparencia en las decisiones públicas.
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Contrataciones que despiertan dudas en parte de la ciudadanía.
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Sensación de trato desigual y de dependencia del favor político.
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Temor a expresar críticas por miedo a represalias sociales o económicas.
Esto no es una acusación: es el sentir de una parte del pueblo que observa con preocupación ciertas dinámicas.
🔍 ¿Qué realidad se oculta?
Más allá del marketing político, lo que preocupa es una tendencia que recuerda a formas de gobernar personalistas y cerradas, donde las decisiones parecen concentrarse en pocos y donde la crítica se convierte en tabú.
No hablamos de delitos, sino de un modelo de gestión que muchos consideran opaco, jerárquico y poco participativo.
✊ Otro Almonte es posible
Hay personas organizadas, críticas y propositivas que quieren abrir ventanas, que apuestan por un Almonte más democrática, inclusiva y con verdaderos mecanismos de participación ciudadana.
No se trata de atacar, sino de decir lo que muchos piensan pero no se atreven a expresar en público. Se trata de devolver la política a la gente, de hacer del ayuntamiento un espacio de servicio, no de control.
📣 ¡Es hora de abrir los ojos y la boca!
Porque lo que no se nombra, se normaliza.
Y lo que no se cuestiona, se perpetúa.
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